¿Se acuerdan de los Olorocos? ¡Yo me acuerdo! Conoce más sobre ellos

La remembranza de los Olorocos, esos muñequitos legendarios de BIMBO que destacan como una de las mejores campañas de marketing de la historia.

¡Cómo nos gusta coleccionar cosas!

Franquicias como Pokémon, Digimon, Yu-Gi-Oh! y Hielocos han demostrado que si existe una kriptonita para los más pequeños (además del azúcar) es la posibilidad de acaparar diversos especímenes de una misma línea de juguetes y denominarle elegantemente «colección«.

¿Será que este gusto es inherente al ser humano y por ello lo arrastramos hasta la adultez reuniendo monedas, encendedores, funkos y hasta lo que no se ha inventado? ¿O más bien tendemos a imitar nuestro comportamiento anterior en la búsqueda por los sentimientos que experimentábamos para entonces? ¿Cómo saberlo realmente?

Pero si de algo estamos seguros es de que nos gusta. Si una serie de juguetes nos atrapa, no descansaremos hasta tenerlos todos, y los hombres de traje detrás de las grandes compañías lo saben.

¿Qué tal si los niños no tuvieran siquiera que pedir esos juguetes? ¿Qué tal si les damos memorabilia gratis para engancharlos a que gasten en muñequitos, al puro estilo de un vendedor de estupefacientes? O mejor aún… ¿Qué tal si combinamos todo esto con AZÚCAR?

Así nacieron los Olorocos.

Smelly Beasts (Bestias Olorosas)

Pero la idea más brillantemente macabra en la historia de la historia no surgió de la nada. Bimbo (responsable de la popularización de los Olorocos en México a través del pan dulce), debió esperar a que la oferta tocara su puerta, puesto que uno nunca sabe cuando necesita la innovación. Y aunque ha tenido grandes atisbos de genialidad con una campaña de publicidad para Gansito que sigue haciendo eco hasta nuestros días, no podía llevar a cabo un proyecto tan ambicioso por su cuenta… aún.

Los Smelly Beasts eran una línea de aromatizantes con diseños peculiares, que comenzó en Inglaterra. Los responsables de su creación fueron «Point 7 design 2000/Synapse«, mismos que optaron en un principio por presentarlos en bolsas para «colgar» en el auto, pero al poco tiempo cambiaron a pequeñas cajas de plástico a manera de exhibición.

Incluso su eslogan en un principio era «can you bag ‘em all?» o «¿Puedes embolsarlos a todos?», evidentemente haciendo alusión al lema de Pokémon, una propiedad intelectual que estaba en boga.

Los registros nos hablan de los Smelly Beasts a principios del año 2000. Tal parece que el producto tuvo gran éxito (relativamente), por lo que la compañía tuvo a bien ofrecer la serie para su uso diverso potencial. En otras palabras «¿Alguien quiere estos muñequitos? Los pueden usar para lo que quieran». Y es cuando Bimbo entró en el juego.

Bimbo y los «Olorocos»

Entre las compañías que rechazaron la idea de los Smelly Beasts se encuentra Coca-Cola, y uno no puede más que preguntarse ¿Por qué?

Quizá la colección no era del todo agradable para sus estándares, o consideraron que no se adaptarían al mercado, pero Bimbo demostró lo contrario. Con simples ajustes por aquí y por allá, acabó lanzando una de las campañas más exitosas de las que tengamos registro, casi al nivel de los «Tazos«.

La línea de Olorocos consistía en 20 muñequitos de plástico con olores diversos. Originalmente los Smelly Beasts eran 28, pero los 8 restantes se consideraban «personajes principales» y no se contemplaron en el trato con la empresa mexicana.
Todos ellos se dividían en la «pandilla agradable» con olores «agradables», y la «pandilla desagradable» con olores «desagradables». Pues sí ¿verdad?

Estos eran todos ellos:

Asustadox, Ossy, Skli, Orquídea Oinsu, Elvadon, Maforat, Groatam, Blorp, Nauti, Milma, Mossac, Octipod, Acibio, Jabaleón, Pleitón, Stang, Sucam, Wextrex, Mentut y Chorky.

Bimbo adaptó los nombres de estos personajes para que tuvieran algo de sentido en nuestro idioma, creó tarjetas rasca-huele, stickers, e incluso un dado de juego… Los niños estaban extasiados.

Éxito rotundo

Del 17 de Septiembre al 10 de Octubre de 2002 (o hasta agotar existencias), los Olorocos se volvieron más populares que Jesús. Todos los niños los querían, a todos nos fascinaba leer sobre el mundo de estos personajes, queríamos las figuras, las tarjetas, necesitábamos tenerlo TODO.

Bimbo, durante las primeras 5 semanas de la campaña, aumentó en un 34% las ventas de sus productos, usó 90 millones de tarjetas, 10 millones de juegos de dados, 14 millones de figuritas olorosas y 20 millones de stickers y pósters de distinta índole.
Si querías los dados solo podías encontrarlos en roles de canela y glaseados, si buscabas el tablero del Mundo Oloroco debías esperar a que pasara el camión y reunir requisitos como envolturas de pan dulce y unos cuantos pesos.

México no había sido sacudido así desde (chiste censurado), y los Olorocos ya habían ganado un terreno inimaginable. Es cierto que el juego de cartas era inexacto y dejaba mucho a la imaginación, así mismo, los muñecos acababan combinando sus olores en algunas semanas a menos que los aislaras, pero a nadie le importaba, los nombres eran graciosos, los personajes cautivadores y el pan sabía cada vez más dulce.

Hoy este tipo de promociones están PROHIBIDÍSIMAS en México. Si como empresa quieres siquiera adornar tu empaque con una mascota debes contar con un producto tan sano que rivalice con las galletas de salvado, y ya no digamos incentivar a los niños a comprar tu producto con juguetes.

Era una idea tan grandiosa como diabólica, y no nos queda más que atesorar estos juguetes como las piezas de colección que son. Puedes verificarlo por ti mismo en plataformas como Mercadolibre.

Esto no se acabó aquí

Como jugarreta más destacable, Bimbo decidió lanzar su propio producto un par de años después. El 22 de enero de 2004 nacieron los Olocoons O2, con un título que engañaba a consciencia a todo niño, haciéndole pensar que se trataba de la segunda entrega de sus amados Olorocos, aunque se llamaran un poco diferente.

Nadie reclamó realmente. Nos hubiera gustado un crossover, pero comprendíamos que el mundo de unas criaturas era distinto al otro, y la animación con la que acompañaron la mitología de los Olocoons nos daba esa dosis que necesitábamos de justificación a nuestra ansia.

La compañía repitió esta campaña con los Olocoons H2O y poco después con los Olocoons O3. A estos últimos se les decidió dar más características humanas, diálogos y una historia que no gustó a nadie, por lo cual no tuvo el mismo impacto que anteriores entregas.

¡Todos buscamos una olo-ro-ca, que es una piedra muy pode-ro-sa!

La mina de oro se terminó, pero los Olorocos y Olocoons de primera generación quedarán siempre en el imaginario mexicano como una época de goce y fiesta en cada rincón de las escuelas. Bimbo hizo un trabajo de marketing de primer nivel y además nos regaló artículos coleccionables para la posteridad.

¿Algún día volverán? ¿Se acuerdan de su primer Oloroco? El mío fue Pleitón, y todavía recuerdo encontrarme con su tarjeta sin previo aviso. Por supuesto que lo conservo, igual que al resto.

¿Se acuerdan de los Olorocos? ¡Yo me acuerdo! Conoce más sobre ellos

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