Ms. Marvel: El aburrimiento tiene nombre y apellido

Repasamos la serie de Marvel que nos demuestra que un personaje aburrido con una historia aburrida y un entorno aburrido, puede llegar a ser… aburrida.

¡Y qué bárbaros!

Llegamos ya a ese punto donde podemos decir «Oye Marvel, no» y ni los fanáticos más empedernidos pondrán el grito en el cielo. Quizá los de hueso colorado sean muchos menos que en la cumbre de Avengers Endgame, o quizá Marvel ha diversificado tanto su contenido que es difícil para el público en general adaptarse a todas sus propuestas, lo cierto es que ya casi nadie le es fiel en su totalidad, y esta serie fue el punto de inflexión.

Después de regalarnos la saga de diez años más épica del cine internacional (las cosas como son), Marvel ha entrado en una etapa de letargo.
No podríamos declarar una decadencia de manera definitiva, porque de la mano de Thor y Spiderman, los bolsillos del señor Mickey se siguen llenando como siempre, pero tras el abandono de Iron Man y el Capitán América, a la franquicia le quedó un vacío muy difícil de llenar.

Así que aprovechando la «oportunidad» se dedicaron a experimentar. Un héroe asiático (Shang Chi), uno musulmán (Ms. Marvel) y un grupo de individuos con poderes incomprensibles (Eternals) han encabezado esta nueva etapa de superhéroes, pero también conforman el podio de proyectos más flojos de la empresa.

Alienismo

Decir que la recepción del público hacia estas propuestas está atada a su percepción sobre razas y etnias pinta como una excusa mediocre y poco auto-crítica. Todos sabemos lo que estás haciendo, Marvel; no quieres cambiar al mundo una película a la vez, sino llevar a tu familia de vacaciones, y ya estamos cansados.

¿Por qué no podemos decir que Ms. Marvel está tan aburrida como lo haríamos si su protagonista fuera caucásica? ¿Por qué no tenemos permitido criticar todo aquello que arbitrariamente se califica como «extra-ordinario» evidenciando la idea de que se trata de una jugarreta mediática y no un statu quo?

Estos tres proyectos son soporíferos, independientemente de la producción y mensaje que traten de dar. Black Panther tampoco fue del todo destacable, pero casi nadie se «echaría un sueñito» en la sala de cine que la proyectara, como sí lo haría en una con Ms. Marvel ¡Imagínense!

Irrelevancia total

¡No pasó nada! Dejando de lado la mini-participación de la Capitana Marvel al final de la serie (¿Spoiler alert?) y el pequeño guiño al universo mutante, este programa no dejó huella alguna en la franquicia ni nuestra cultura popular. No hay personajes que recordar más allá de un par de días, el viaje de la protagonista es más caótico que cliché, el enemigo no queda claro, los villanos son exasperantes, y en general todos los conflictos se resuelven a velocidad récord (por razones de tiempo, evidentemente), sin dejar que se definan las reglas del juego antes de romperlas.

Lo que pasó con Ms. Marvel es triste e inusitado. Los primeros capítulos tienen una tónica colorida y juvenil que aunque tampoco hubiera querido ver casi nadie no estaba tan mal, pero conforme la «historia» se desarrolló todo dio un vuelco. Que si «la partición» esto, que si lo otro, que si los bisabuelos de no sé quién, que si eran dioses, aliens… ¡No se está entendiendo!

Y así se quedó todo. Marvel cruzó los brazos y esperó el aplauso que nunca llegó, con una expresión de «Entonces ¿Qué tal, eh?». Creyó, una vez más, que una historia sin alma nos convencería a todos porque «de todas formas ya estamos acostumbrados», pero por fortuna esta vez no fue cierto.

La pésima recepción que pudo ser peor

6.2 sobre 10 en calificación de IMDB es BASTANTE aceptable para el bodrio que nos entregaron.
Es más de lo que tuvo Lightyear (otro queda-bienismo de Disney fracasado), pero claro que para el estándar de Marvel es brutalmente deficiente.

No he oído ningún elogio hacia esta serie más allá de «el personaje es interesante» o «sus poderes están cool«, así que por lo menos sabemos que nadie se auto-lava el cerebro para apreciar lo que no está ahí.

El problema aquí no es la temática o la procedencia de los actores, sino que Disney tiene prioridades revueltas. Lejos de empeñarse en entregar un producto cautivador, busca levantar hasta la última piedra para ganarse un mercado inexplorado, y no se quedará a gusto hasta haber quemado todas sus oportunidades.

Esto es lo que nos dejó su partida, Chris Evans y Robert Downey. Ahora estamos atados de por vida a ver todas las tonterías que haga la compañía, con la simple esperanza de volver a verlos o percibir un eco de lo que fueron. Espero que estén felices.

Ms. Marvel: El aburrimiento tiene nombre y apellido

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