Un mundo feliz – Aldous Huxley (Reseña/Opinión) Libro | No es como lo recuerdas
La reseña y opinión de «Un mundo Feliz«, el libro de Aldous Huxley que traté de leer cuando niño y casi pierdo la cordura, pero no me pareció tan malo ahora.
No sé qué tenía esta novela que me fue tan difícil de soportar en mis primeros años. Tenía unos 9 cuando intenté leerla por primera vez y tardaba cinco veces lo normal en cada página, hasta que el sopor me podía más. Tenía 13 años cuando me lo dejaron de tarea en secundaria (qué ideas ¿verdad?), pero preferí leer un resumen y entregar lo que pudiera. Y finalmente lo devoré de principio a fin en un solo día a mis 22, más o menos.
No tiene un estilo tan descriptivo ni un uso del lenguaje muy refinado, tampoco es el ritmo más lento que haya experimentado, y lo peor de todo es que la temática siempre fue de mi agrado. Simplemente no podía soportarlo, y no sé qué era, pero quería dejar constancia sobre ello por aquí, si es que te dispones a darle una oportunidad.
Además de mí, el 90% de mis compañeros de clase fueron incapaces de terminarlo, y escuché por ahí algo como «me tardé una hora en veinte páginas». Hoy me cuesta trabajo creer que se trataba del mismo material, pero lo adjudico todo a que mi manera de leer ha cambiado (luego hablaremos de métodos de lectura ultrarrápida que pueden ayudarte a pasar por esta clase de obstáculos).
Sea o no un hueso duro de roer para los más jóvenes, no puedo traer a mi «yo» del pasado a escribir esta reseña, así que le daré una oportunidad como el adultescente que soy. No queda de otra.
Una premisa con más analogías que sustancia
Con «Un mundo feliz» me pasó lo mismo de siempre. Llegué a pensar que el autor se esforzaba de sobremanera en poner simbolismos a la ideología comunista, sacrificando así una coherencia argumental definitiva. Se va tan lejos que incluso los protagonistas de la obra hacen referencia a Karl Marx y Lenin con sus propios nombres (Bernard Marx y Lenina Crowe, en serio).
No es que quiera un argumento sin ideales o que piense que la profundidad del mismo no está ligada a la diversificación y relevancia social, pero una vez que entendemos el punto se puede pasar a otra cosa, y no hay tanto problema. Hay que cambiarle, mano.
El supuesto «mundo feliz» es evidentemente una distopía al puro estilo 1984 o Fahrenheit 451, pero con especial ahínco en la búsqueda de una reproducción sintética y la estructuración social pre-natalidad. Y aunque la propuesta tiene posibilidades infinitas, Huxley optó por dejarnos ver apenas por una rendija, condicionando nuestra percepción a la de un personaje que supuestamente debería reflejar el anti-comunismo y la libertad.
Mucho ruido y pocas nueces
Este es quizá uno de los elementos que tanto nos hizo sufrir cuando infantes; «Un mundo feliz» es exageradamente largo para tener una trama tan simple. No es que sea brutal, a ver, lo puedes acabar en un día, pero fácilmente podrías englobar todo en unos siete capítulos e irte al diablo.
¡Pero no! 18 episodios ¡18! ¿De dónde?
Se nos introduce a otro interesante universo totalitario solo para dejar todo de lado y mostrarnos como «El salvaje» se relaciona con este, y cómo el resto de personas lo hace con él. Se trata simplemente de hacernos cotejar ambos extremos del pensamiento humano; mientras unos han dejado todos los tapujos aparte y tienen un propósito, otros viven en la inopia pero son mágicamente «felices» por una superioridad moral resultante de su libertad. Lo de siempre, pues.
El origen del «Salvaje» ni siquiera tiene importancia. Se supone que marca un evento importante para la trama, pero se siente fuera del lugar. Así mismo, toda la psicología de este personaje es absurda y contradice toda lógica. Tiene ideales de amor cortés, ama a Shakespeare, es virtuoso y tiene curiosidad desmedida, mientras los más educados son promiscuos sin sueños propios.
Lo que verdaderamente vale la pena de esta novela se encuentra en los primeros seis capítulos; más adelante se tira por la borda todo lo construido sin ton ni son.
Quiere parecer más profunda de lo que es
Huxley trata temas complejos de manera superflua. Apenas y logra plasmar sus ideales no sé si por falta de tiempo o interés. Nos dice que esto está bien y esto está mal, pero jamás menciona por qué, ni parece cuestionarlo. Y entonces pregunto ¿No es precisamente este el ideal del adoctrinamiento?
«Un mundo feliz» tenía potencial como casi cualquier sociedad distópica, pero el ángulo que el autor decide abordar es sencillamente aburrido. Los elementos recordables de este libro no tienen que ver con su propuesta.
Se me quedó más el helicóptero que usan para transportarse y su similitud con el vehículo de South Park que toda la repercusión del génesis del «Salvaje».
Si estás por darle una oportunidad porque lo consideras un esencial en el género Ciencia Ficción, te advierto que es una pérdida de tiempo. No es que sea particularmente malo, pero su herencia es casi inexistente, y dado que leerlo parece no tan placentero, te conmino a consultar a otros exponentes similares.
Es una de esas «vacas sagradas» que la «crítica» considera sublime solo porque repiten como pericos.
No es para niños y ni siquiera por la temática, sino más bien porque a esa edad no puedes comprender su significado «oculto», pero cuando eres adulto y se hace evidente, te parece cliché, estúpido e injustificado. No es para adolescentes, porque los elementos de Ciencia Ficción son imperceptibles y la trama se alargó sin sentido. No es para adultos por todo lo anterior y porque se siente como un Frankenstein, como si tres cuentos hubieran sido amalgamados de mala gana y a las prisas para sacar una novela completa cuanto antes, y con la mera justificación de «es que no entiendes los simbolismos» te trataran de vender un traje invisible para el emperador.
No sé para quién es esta novela. En definitiva no la disfrutó nadie que conozca, ni chicos ni grandes, y las únicas críticas positivas que he oído en persona vienen de gente que «no la ha leído completa» ¿Qué?
Pero supongo que al menos me enganchó lo suficiente para acabarlo en una tarde, quizá porque el inicio es agradable y pensé que se seguirá explorando tal concepto, solo para verme decepcionado, o quizá solo para ya salir del paso cuanto antes. Cualquiera que fuera el caso, no lo recomiendo a menos que ya hayas leído otros diez clásicos relevantes y quince novelas de tu preferencia.
Si no estás tachando elementos de una lista, no hace falta que te martirices. Este libro aporta más como material para vender playeras y hacer dibujitos pretenciosos que para la literatura universal.
¡Ya dejen de hacer a los jóvenes leer lo que les pusieron a ustedes! ¡Piensen un poco! ¡Ni al caso!
Un mundo feliz (Reseña/Opinión) Libro | No es como lo recuerdas
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