10 cosas que te pasan cuando tienes un nombre raro

Algunas situaciones que seguramente has vivido si tienes un nombre extraño, o al menos poco común.

«Hay muchos Juan ¿no crees? y si le ponemos Aniv de la Rev?» – Alguien, en algún lugar.

Qué difícil debe ser llamarte igual que tu padre, tío, abuelo, tío-abuelo, cartero, carnicero, abarrotero, e incluso acostumbrarte a que te llamen por tu apellido en la escuela ¿no?
Hay familias que no le ponen ni tantito empeño, y su árbol genealógico parece sacado de «Cien años de soledad«. Hay padres inconscientes que llenan las aulas de «Santis» y «Sebas» solo obedeciendo el cliché.

Pero de ellos no va este artículo, sino de los que fueron demasiado lejos en la búsqueda por distinguir a sus criaturas del resto, y acabaron por regalarles situaciones que, si bien no van más allá de unas risas, llega cierto punto en el que los hará darse una palmada de incredulidad en la frente.

Veremos el top 10 de cosas que te pasan cuando tienes un nombre extraño. La numeración no tiene importancia.

1: Tu café SIEMPRE va a decir una atrocidad.

No es un secreto que establecimientos como Starbucks parecen instar a sus empleados a escribir mal los nombres de todo ser que se les cruce. Algunos creen que puede originar una foto para redes sociales, siendo publicidad gratis, pero hay nombres con los que intuimos que fue genuinamente accidental.

Los momentos como este que han sido capturados en fotografía son muchos, y cada uno más absurdo que el anterior. No te queda más que irte resignado y guardar el vaso para la posteridad (por dos días).

2: Nunca encuentras mercancía con tu nombre.

Y cuando digo nunca, es NUNCA.
Estás de viaje en un pueblito y los turistas andan por ahí felices de la vida con pulseras y collares etiquetados especialmente para ellos. Revisas minuciosamente cada uno de los recuerditos de la tienda con la esperanza de que haya alguno para ti, pero no.

3: En los videojuegos siempre debes elegir un alias (que ni siquiera es tuyo).

Nada se compara (supongo) a escuchar tu nombre de la viva voz de los personajes que tanto admiras, en una aventura audiovisual cualquiera.

Cada vez hay más nombres disponibles en los juegos de rol. Si antes había tres opciones grabadas, hoy son trescientas, y cada día resulta más decepcionante que ninguna se adapte a ti.

En Fable no es lo mismo, pero ilustra mi punto.

En ocasiones optarás por usar un nombre «similar» al tuyo, pero en su mayoría acabarás llamándote «Jefe» o «Cazador de pollos».

4: Los maestros siempre se tomarán un momento para hablar sobre tu nombre.

¿Arn-Arno-Arbu-Arnolufesio?

Presente.

En ese primer día de escuela cuando todo el mundo quiere pasar tan desapercibido como se pueda (más por no enemistarte con los profesores que por vergüenza), tú siempre vas a ser el que propicie una pausa, solo interrumpida por frases como «¿Y qué significa tu nombre?» o «¿Así se pronuncia?

Por fortuna, cuando creces y comienzas a tener cinco o seis maestros diferentes por semestre, ya nadie pasa lista, así que serán pocas las ocasiones en las que te quedes mirando titubear al maestro, esperando a que termine su lucha.

5: Te inventan nombres.

Nadie nunca sabe cuántas variantes puede tener su nombre. Pasan los años, crees que lo has escuchado todo, y de repente un servidor público o el tipo que atiende en el KFC te sorprenden. En un intento por replicar tu nombre sin preguntar, acaban con un cúmulo de sílabas que forman una palabra incomprensible e impronunciable y te hacen pensar «¿En serio es tan raro? ¿Es tanto pedir?».

Llega un momento en la vida en el que piensas que nadie conoce suficientes personas. Tal vez sea eso.

6: Alguien te acaba llamando por otro nombre durante años (y no lo corriges).

Asumiendo que no vas a tratar mucho con esa persona -o ese grupo de personas- decides no corregir la confusión. Si te van a llamar Óscar, que así sea, no es como que los veas muy seguido; tal vez luego lo menciones.
Pero cuando han pasado varios meses, e incluso años, el decirle a alguien «oye, resulta que no me llamo así» suena cada vez más descabellado y embarazoso.

Incluso acaban diciéndote de cariño Oscarito o Santini (ese nunca lo entenderé), y cuando tus conocidos lo escuchan no hace más que generar incredulidad, pero todo es mejor que confesar.

7: Decides usar tu segundo nombre para salir de prisas.

Escuchas «¿A nombre de quién la orden?» y piensas «Ay ya, no me voy a estar peleando«.

Exclusivo para los latinos y sus personalidades múltiples. Recurrir a un segundo nombre -que nunca usas- es extraño y de doble filo. Cuando te llamen no vas a voltear, y cuando también se equivoquen escribiendo ese, vas a quedarte impactado.

8: Tu nombre es siempre el primer tema de conversación.

Al menos no tienes que romper el hielo ¿no?

Una simple presentación que debería terminar en «mucho gusto» se vuelve un caos total.
¿Qué? ¿Cómo dices? ¿Qué es eso? ¿Qué significa? son preguntas que siempre van a replicar los extraños al escuchar tu nombre, y aunque no busquen molestarte, lo harán.
En la tienda, una reunión, una clase de macramé, no importa, nunca nadie te va a decir «Ah, sí, como mi primo».

9: Vas a poder usar la dirección de correo electrónico o username que quieras.

Una de cal por las de arena. Mientras Juan tiene que recurrir a «SuMorenito19» tú puedes optar por algo más simple. Una letra extra, un número aquí o allá, y tienes un alias perfectamente adaptado a ti. El problema, como siempre, va a ser cuando des tu correo y lo tengas que deletrear en cada ocasión, pero no todo es miel sobre hojuelas.

10: Vas a tener varios documentos con errores.

Y luego a enmendarlos.

Inevitablemente, aún si te tomas el tiempo de ver y corregir activamente el intento de tu interlocutor, se te van a escapar algunas. Ojalá siempre fueran papeles sin importancia.
Llegará un momento en el que te preguntes si será prudente imprimir tarjetas de presentación solo para evitar las confusiones.

Pero al menos esto ayuda a distinguirnos de los millones de habitantes ¿no? Y podemos estar seguros de que no importa cuán común creamos que es un nombre y lo envidiemos, siempre habrá una ocasión.
Me han escrito mal ambos nombres y apellidos, múltiples veces, y he presenciado la destrucción de nombres perfectamente corrientes, por parte de gente sin remedio. Nadie está a salvo.

Las risas no faltan, eso sí.

10 cosas que te pasan cuando tienes un nombre raro

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