Mad Men: Final explicado | ¿Qué pasó con Don Draper?

Analizamos el final de una de las series más aclamadas de todos los tiempos: Mad Men, la historia de Don Draper.

El final del camino para las series televisivas permanece como esa tan temida y crucial caminata por el borde del abismo. Ejemplos de redención hay pocos, mientras las historias de desastre no paran de inundar el Internet. Por un lado hay exponentes como Game of Thrones o Lost, que terminaron por perder todo con un paso en falso, y crean la ilusión de que no hay manera de «dar gusto» a todos realmente. Pero el otro extremo cuenta con Breaking Bad o The Office que aunque siempre tendrán detractores, es de acuerdo popular su impacto positivo a rasgos generales.

Si algo demostró Mad Men (además de sus similares mencionados) es que se puede cerrar arcos argumentales respetando la esencia del programa y obedeciendo una lógica para cada personaje.
El final de esta serie nos muestra un Don Draper en lo que parece una montaña rusa de emociones. Desde recorrer el país hasta retiros espirituales, podemos observarlo cuestionándose todo aquello que creía verdad.

Pero la magia de este final yace en la realización, en cómo Don abraza quien es finalmente, y deja de buscar la felicidad allá afuera, concentrándose en lo que realmente sabe hacer mejor que nadie: la publicidad.

Desenmarañando

En el último capítulo de la serie «S07 E14: Person to person» acompañamos a Don en una especie de «retiro» en algún lugar de California. Haber huido en capítulos anteriores de McCann Erickson nos habla de la eterna búsqueda del sentido por parte de este personaje. Don jamás estuvo satisfecho, y se nos mostró en diversas ocasiones. En propias palabras de Peggy «Lo tienes todo… y tienes tanto de todo».

Un trabajo soñado en Sterling Cooper nunca le bastó, necesitaba ser socio. Podría haber tomado la plaza de McCann mucho tiempo atrás, pero ansiaba ser fundador de algo, sentirse importante. Una familia perfecta no lo hacía sentirse completo, y buscaba esa pieza faltante en decenas de mujeres, solo decepcionándose cada vez más profundamente. Tuvo todo el dinero que quiso, pero tampoco funcionó.

Es entonces cuando opta por «conocer el mundo» y tener nuevas aventuras sin preocuparse por nada (además de sus hijos), pero cuando toca la puerta de Stephanie nos damos cuenta que tampoco eso era lo que buscaba, pues parece pedir ayuda a gritos.

Y así llegamos al retiro espiritual, la última parada de Draper en busca de un significado verdadero. Las clases y seminarios le parecen ridículos, y el lugar solo acentúa su soledad. No es sino hasta que escuchamos el testimonio de Leonard (el tipo que rompe en llanto) que las piezas comienzan a encajar.

Reflejo y realización

Aquella detallada manera en la que este personaje (apenas un extra) describe sus emociones, es lo que acaba por hacer sentir a Don identificado. Por fin alguien comprende lo que está pasando; se siente inmerso en una fría oscuridad mientras ve a los demás pasar sin mirarle realmente, es poco más que utilería en un mundo en el que no puede dejar huella, a pesar de todo lo que ha hecho.

Todos los personajes secundarios logran cerrar un arco perfectamente. Peter se redime, Peggy encuentra lo que le hacía falta, Roger sienta cabeza por última vez pero de manera sincera y genuina, Betty está en paz, los niños estarán bien, y los remanentes de la empresa parecen estar en su lugar. Todo parece ir viento en popa, a excepción de Don hasta el último momento.

Durante la meditación y en plena repetición de «Ohms» podemos ver la bruma interna de Don disiparse lentamente para terminar con una amplia sonrisa y una transición al famoso comercial de Coca Cola: I Want To Buy The World A Coke (Quiero comprarle una Coca-Cola al mundo), mismo que emula innegablemente el retiro espiritual en el que se encuentra nuestro protagonista. Aún si el final se mantiene ambiguo, es bastante evidente lo que trata de mostrarnos.

Don creó uno de los comerciales más famoso de todos los tiempos

Llegando al estado de paz interior (finalmente), Don fue capaz de crear algo maravilloso, al menos superficialmente, pues logró abrazar quien realmente era. Ni el dinero, mujeres, viajes o las aventuras que vivió llenaron alguna vez su vacío interior, y aunque la publicidad fue durante mucho tiempo un medio para un fin, llegó a disfrutarle genuinamente, y pudo expresarse a través de ello.

Matthew Weiner, director de la serie, declaró poco después del estreno del último capítulo:

«The idea that some enlightened state, and not just co-option, might’ve created something that is very pure»

(Quería expresarse que) La idea de un estado ilustrado, y no solo una co-optación (la adopción vacía de una idea), podían haber creado algo puro.

En otras palabras: Don creó su obra definitiva, habiendo aceptado internamente que era un hombre de la publicidad; que no se trataba solo de un estado pasajero del que eventualmente saldría para empezar de cero, otra vez.

¿Qué hubiéramos visto?

En una hipotética temporada posterior, Don Draper habría regresado a McCann como un hombre «redondo», en paz consigo mismo y con su papel en el mundo, habiendo aceptado sus emociones y sacando partido de cada aspecto de su vida. Ya fuera por su mera presencia o la gran idea que tuvo en aquel momento, habría logrado trabajar con la compañía de sus sueños y construido algo que le daría la vuelta al mundo.

Si el comercial de Coca-Cola habría surgido verdaderamente de un sentimiento de amor o simplemente sería un medio chantajista de impactar en medios, eso nunca lo sabremos, sería algo que solo Don comprendería. Lo cierto es que le habría llevado a ganar todos los premios de la industria, y colocaría la «cereza del pastel» a una trayectoria sobresaliente, aunque con alti-bajos.

Esta «teoría» tiene también algo de rigor histórico, pues justamente McCann Erickson fue la compañía detrás de este anuncio tan célebre, excepto que Bill Backer fue el hombre detrás de él.
Además, en juntas previas se había hablado de Coca-Cola como una propuesta exclusiva para Don, quien seguramente habría prescindido de todos los demás creativos para poder completar una visión homogénea de su idea.

En la última conversación entre Peggy y Don, esta trata de convencerlo de regresar con el único argumento de peso:

«¿No quieres trabajar para CO-CA-CO-LA?»

¡Y por supuesto que sí! Desde la primera temporada se retrató a esta empresa como el «final boss» de la publicidad. Aquella que tenía todos los ojos del mundo encima, y llevarían a cualquier creativo a lo más alto.

Quizá no tuvimos un final tan espectacular como muchos sugerían, pues no hubo paracaídas, explosiones ni eventos revolucionarios, pero Mad Men logró concluir de manera sublime, respetando su esencia y cerrando una década específica en un país específico que guió el rumbo de todo el mundo, para siempre.

Hubiera sido interesante ver un poco más de este programa pero ¿no es genial cuando se mantiene un nivel de ambigüedad reflexivo y se deja un poco a la imaginación?

Mad Men: Final explicado | ¿Qué pasó con Don Draper?

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