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¿A dónde iba Pepsiman? ¿Quién era? Y otras preguntas cruciales

Continuando con la ola de nostalgia noventera y dos-milera que parece estar inundando este sitio, hoy nos toca analizar uno de los videojuegos más extraños de todos los tiempos: Pepsiman.
Creado a mediados de los 90’s por el dibujante canadiense Travis Charest, este simpático hombre azul y plata fue inmortalizado en todos los medios imaginables.
Todo comenzó como una simple campaña de marketing inocente que buscaba atraer a niños y jóvenes con una especie de «repartidor» de Pepsi un tanto torpe, pero heróico.

De la televisión pasó al plástico, y la mercancía de Pepsiman se veía en cada esquina (si vivías en el país adecuado), siendo un éxito rotundo. De manera que los responsables creativos de la empresa no tardaron en llevar su idea todavía más lejos, y fue en 1999 cuando el famoso videojuego de Pepsiman vio la luz.

La premisa era simple y emulaba la dinámica vista en los comerciales. Un «hombre» repartía Pepsis gratis a toda alma necesitada, arreglando problemas con un poco de azúcar y agua gasificada. Pero siendo un personaje tan influyente no puede más que extrañarnos la poca información que se tiene sobre él.

¿Quién era? ¿Qué quería? ¿A dónde iba? Esto y poco más a continuación.

El hombre bajo la ¿máscara?

La particularidad de nuestro héroe va más allá de lo imaginable, pues ni siquiera tenía que utilizar un disfraz. Pepsiman lucía el aspecto que todos conocemos las 24 horas del día, manteniendo una relación posiblemente simbiótica con un ente superior.
Según diversas fuentes, este primo lejano de Silver Surfer solía ser un científico investigador en las instalaciones de la empresa, que se transformó al entrar en contacto con la «Holy Pepsi» (es decir la Santa Pepsi).

No conocemos su nombre real, ni si sus poderes van más allá de «crear» refrescos y emitir ruidos inquietantes. Sus motivaciones siguen siendo un misterio, pero podemos intentar deducirlas observando sus acciones.

¿Recibía una retribución por sus servicios?

Siendo Pepsiman una criatura que ha trascendido el plano terrenal, tal como lo representa el Dr. Manhattan, podemos asumir que no estaría interesado en el dinero ni ningún otro pago. Además de salvar ciudadanos en apuros y apagar incendios, lo único que valía su tiempo en la calle era recolectar Pepsi, y no sabemos si esta era la misma que entregaba o la absorbía de manera etérea y luego la volvía a su forma.

No había ninguna retribución, y podemos suponer que este altruista superhéroe llevaba a cabo sus labores por el mero hecho de hacer el bien.

¿Tenía familia? ¿Había más como él en el mundo?

Sorprendentemente . Pepsiman compartía universo con al menos dos personajes similares, cuyo origen se mantiene desconocido.

Lemon Pepsiman y Pepsiwoman presuntamente residían solo en japón, y aunque el primero se veía sospechosamente similar al original vistiendo un gorro amarillo, es casi seguro que la otra variable era de género femenino, a juzgar únicamente por su tono de voz y cuerpo.

En el video podemos observar a un grupo de jóvenes recibiendo ayuda de Lemon Pepsiman y asegurando que se trata de Pepsiman. Este luce preocupado por mantener su identidad secreta y se resiste a que le quiten el gorro.

No sabemos si estos héroes eran consientes de la fama de su compañero, ni tampoco si eran una sola entidad capaz de transformarse, pues aunque nada indica que así sea, nunca se les ha visto juntos en el mismo lugar.

¿Sabía hablar?

Muchos de los comerciales nos indican que Pepsiman era capaz de entender las emociones y/o el lenguaje humano a la perfección, pues comprendía cuando una persona estaba en tiempos de necesidad o el fuego de un edificio necesitaba ser apagado. Así también, procuraba no golpear peatones que le estorbaran en su cruzada urbana. Pero jamás quedó registro alguno de que él conservara su facultad del habla, más allá de gritar «NOOO» cuando su alter ego se veía amenazado.

Este comercial es idéntico al anterior pero con mujeres como protagonistas.

¿A dónde iba?

Exceptuando el último nivel del videojuego, a Pepsiman se le veía tan apurado debido a que la necesidad de Pepsi era enorme. De un momento a otro un bebé lloraba, un esquiador se lesionaba, o un repartidor de Coca-Cola decidía dejar la farsa y refrescarse dignamente. Debía ir y venir constantemente por toda la ciudad (y a veces por todo el mundo) para saciar la sed de cuanto inocente pudiera.

Poco antes del final intenta entrar con ímpetu en la fábrica de Pepsi, donde presuntamente vive y recarga sus fuerzas.
Y para terminar, una serie de eventos desafortunados lo pone entre la espada y la pared, y debe correr para no ser aplastado por una Pepsi gigante. Se sale con la suya, y doblando en una esquina se libra del peligro. La pantalla se vuelve negra y aparece una de las cinemáticas del tipo en calzoncillos que te felicita por terminar el juego.

¿Quién era este sujeto? ¿Pepsiman era coordinado por él? ¿El sujeto es una metáfora de nosotros?

Eso no lo sabemos, y a menos que la franquicia resucite inesperadamente, se quedará como una incógnita para siempre. De lo que sí podemos estar seguros es que, durante un breve periodo de tiempo, el mundo fue un mejor lugar gracias al sacrificio de nuestro héroe. El crimen bajó y la esperanza de vida aumentó exponencialmente debido a la ayuda desinteresada que Pepsiman nos brindó.

No nos queda más que revivir sus hazañas en un emulador oficial de Playstation 1 (que no existe), y atesorar su legado por siempre.

  • Si Pepsiman tiene 5 millones de fans, yo soy uno de ellos.
  • Si Pepsiman tiene 100 fans, yo soy uno de ellos.
  • Si Pepsiman tiene un solo fan, ese soy yo.
  • Si Pepsiman no tiene ningún fan, es porque yo ya no estoy en este mundo.

¿A dónde iba Pepsiman? ¿Quién era? Y otras preguntas cruciales

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